domingo, 17 de diciembre de 2017

Adelgazar usando el cerebro

¿Por qué engordo?

Hace unos años escribí un artículo sobre posibles bases evolutivas de la obesidad. Sin embargo, en esta ocasión voy a tratar sobre la obesidad debida a causas psicológicas.



Socialmente parece que solo la anorexia y la bulimia se consideran trastornos de la alimentación, pero existen unos cuantos más, tanto a nivel diagnóstico como en el contexto clínico cotidiano.
Un trastorno que a veces se asocia a la bulimia, pero que también lo es por sí mismo, es el Trastorno de atracones (F50.8), que consiste en comer demasiado y sin control, con frecuencia y hasta el punto de que el atracón producza malestar físico.
A este trastorno se le asocian otros síntomas: comer muy deprisa, comer hasta sentirse muy lleno, comer cuando no se tiene hambre y sentirse mal con uno mismo por haber comido demasiado. Cualquiera de estos hechos, aunque no constituya un trastorno por sí mismo, puedo considerarse un problema psicológico asociado a la comida, que padecen una gran cantidad de personas.

Quiero comentar la existencia de un trastorno alimentario de tipo genérico, que se denomina: Trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no especificado (F50.9). Este cajón de sastre incluye todos los trastornos relacionados con la alimentación, que sin cumplir unos criterios diagnósticos claros: "causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento".
Así pues, cualquier problema de ingestión de alimentos que cree un malestar significativo, aunque no cumpla unos criterios diagnósticos específicos, puede ser estudiado como un posible trastorno.

Así, muchas personas engordan porque padecen un trastorno psicológico. Pero como en este país tener un problema psicológico sigue siendo considerado por mucha gente como algo estigmatizante o denigrante, quienes padecen estos problemas prefieren considerar que es solo cuestión de falta de fuerza de voluntad o, peor aún, que en realidad no ocurre nada anómalo.

Con esto no quiero decir que todas las personas que padecen obesidad la tengan por un trastorno físico o psicológico, como explico en el artículo antes citado, podría haber una base evolutiva para que la comida que más nos guste sea la que más engorde.


Vale, tengo un problema, ¿cómo lo arreglo?

Como explico en un artículo de mi blog "psicoterapia y felicidad", titulado ¿Cuál es la casa de mis problemas?, casi todos los problemas clínicos tienen de base trastornos de la personalidad. Trabajando dichos problemas con terapia se consigue que el problema clínico desaparezca, en este caso los síntomas citados: atracones, comer rápido, comer sin hambre o comer hasta sentir malestar físico.



Sin embargo, en este mundo nuestro muchas personas quieren soluciones rápidas y milagrosas (y además que no les lleve esfuerzo). Por eso prefieren utilizar regímenes infalibles de una semana o dos semanas, que producen efectos rebotes que aumentan el peso en vez de disminuirlo; regímenes proteínicos que afectan al hígado; apuntarse a gimnasios, de los que se acaba pagando cuotas para no ir; y muchas más soluciones milagrosas que no lo son tanto.
Y es que no se puede curar algo que está en el cerebro sin trabajar con el cerebro.

Por eso voy a plantearos una solución milagrosa que trabaja con el cerebro y que se basa en Neurofeedback, que está probado científicamente.
Se trata de un  entrenamiento de Neurofeedback en el que se aprende a asociar alimentos sanos y formas de comer adecuadas con recompensas plancenteras y alimentos insanos y formas de comer inadecuadas con sensaciones de desagrado.
Fácil y sin apenas esfuerzo.





domingo, 10 de diciembre de 2017

El Neurofeedback y el estado de ánimo

¿Cómo dejo de estar triste o de tener cambios bruscos de humor?

En mis artículos he comentado varias veces la importancia de un diagnóstico, tanto clínico si el abordaje va a ser la psicoterapia, como medición si vamos a utilizar el Neurofeedback.
Además, en el caso de Neurofeedback también suelo hacer hincapié en que no es suficiente con medir, sino que hay que interpretar esas mediciones a nivel conductual y emocional, para que se pueda recetar un tratamiento correcto.


En una ocasión tuve un cliente al que le habían estado haciendo un tratamiento de Neurofeedback en otro centro y comentaba que desde que lo estaba recibiendo se encontraba cada vez peor. El entrenamiento que le estaban haciendo era el protocolo SMR, que para muchos técnicos de Neurofeedback es una panacea que usan en todos los casos. Después de medir a ese cliente constaté que, en su caso, el incremento de SMR estaba agravando sus síntomas, en vez de lo contrario.
A ese cliente le habían realizado una medición, pero no la habían interpretado, por lo que el tratamiento no era el adecuado.

Para interpretar una medición qEEG o miniQ, que es como se denominan las mediciones de la actividad cerebral, hace falta usar resultados de investigaciones o de otros clínicos que hayan realizado una gran cantidad de mediciones y hayan confeccionado una correlación enntre síntomas y mediciones.
Existen varios criterios muy probados y validados en la interpretación de las mediciones, pero, personalmente, me gusta utilizar más de uno para validar los resultados. No obstante, desde hace años que en el caso de las variaciones del estado de ánimo uso un único criterio, que me ha demostrado ser muy fiable en todos los casos que he tratado. Se trata del criterio Swingle, debido al psicólogo canadiense Paul G. Swingle, que ha sido uno de los pioneros en la historia del Neurofeedback.

Según este criterio las variaciones del estado de ánimo se manifiestan principalmente como la variación de la actividad en varias frecuencias en dos puntos del cerebro. Midiendo ambos puntos y comparándolos se obtiene el tipo de alteración que Swingle reducen a tres:
  • Depresión
  • Depresión reactiva
  • Variabilidad del estado de ánimo
Hay que puntualizar que no estamos haciendo un diagnóstico clínico, sino la constatación de unos síntomas presentes en el momento de la medición.

Cuando se detecta depresión con este criterio estamos hablando de la tristeza característica de un caso de depresión mayor, de ahí el nombre.
Cuando Swingle habla de depresión reactiva se refiere a un depresión secundaria debida a un trastorno de ansiedad.
Y la variabilidad del estado de humos se corresponde a cambios de humor, que pueden ser causados por la ansiedad o representar un episodio hipomaníaco o maníaco. Esto es muy amplio, así que en esos casos hay que afinar con un diagnóstico clínico.

Un inciso en este artículo, ya que uno de los puntos más importantes de este criterio, según el propio Swingle, es el de la depresión reactiva. Swingle comenta los muchos casos de clientes que llegan a su clínica tratados con antidepresivos para una depresión reactiva y las dificultades añadidas que supone curarlos por no llevar la medicación correcta.
Puedo decir que mi experiencia, aunque mucho menor que la suya que lleva décadas ejerciendo el Neurofeedback, es similar.

Espero que hayáis aguantado hasta aquí, pues este artículo me está quedando más técnico que la mayoría de los que escribo, pero os pido un poco de paciencia porque ya estoy acabando.
Y estoy acabando porque el tratamiento de Neurofeedback cuando hay una buena medición y una buena interpretación es la cosa más fácil del mundo.
Si se ha medido una diferencia significativa de actividad en las frecuencias y puntos claves relacionados con el estado de ánimo y se ha constatado que efectivamente esa sintomatología es la que más perturba al cliente, basta con programar un tratamiento de Neurofeedback que ayude a corregir este desajuste.

Quería acabar comentando que desde mi experiencia este es el tratamiento de Neurofeedback más rápido que suelo recetar. Mientras otros tratamientos pueden ser de más de 20 sesiones, con el del estado de ánimo nunca he llegado a las 10 sesiones, ya que los objetivos del tratamiento se alcanzan bastante antes.

Así que si os sentís tristes o con cambios bruscos de humor ahora sabéis que existe un tratamiento fiable, rápido e inocuo, para estabilizar vuestra situación.


¿Cómo me hago más listo? (2ª parte)

El Neurofeedback y la mejora de las capacidades personales


Mucha gente piensa que la inteligencia es un rasgo fijo e invariable de cada persona… y es un error.
Nuestra inteligencia puede aumentar y disminuir, ya que depende de nuestras conexiones neuronales y estas cambian continuamente.


  Una definición simple, pero válida, de inteligencia sería nuestra capacidad de resolver problemas del medio, es decir, ser efectivos en la solución de los conflictos que nos plantea la vida.
Y seguro que todos hemos sentido que hay momentos de nuestra vida en los que hemos sido más efectivos, mientras que en otras ocasiones hemos sido más ineficientes.
No solo eso, casi todos notamos que cuando maduramos nos hacemos más eficientes. Términos como sabiduría hacen referencia a esa inteligencia incrementada con la experiencia, que técnicamente se denomina inteligencia cristalizada, como explicaba en mi artículo anterior.

 Pero resolver adecuadamente un problema no solo se usa lo que coloquialmente entendemos como velocidad mental, sino que también influye la atención que prestamos al problema, la efectividad de nuestra memoria a corto y medio plazo, nuestra capacidad de establecer asociaciones y muchos factores más.
Y sobre casi todos esos factores tenemos evidencias experimentales de la eficacia del Neurofeedback.
Aunque se suele considerar al Neurofeedback como un tratamiento para la eliminación de síntomas de diferentes trastornos, desde hace décadas se está usando también para la mejora de las capacidades cognitivas, profesionales, atléticas y artísticas.
En algún otro artículo os hablaré de alguno de los experimentos relacionados con el Neurofeedback, ya que son muy interesantes, pero hoy me voy a centrar en la inteligencia, que si no se me va el hilo.

 Es comúnmente aceptado el CI, Cociente Intelectual, como la medida de la inteligencia. Pues bien, se han hecho bastantes experimentos con Neurofeedback y CI.
Se pasa un test o batería de test para medir el CI en un grupo de personas, se les administra un tratamiento de Neurofeedback y después se vuelve a medir el CI, obteniéndose incrementos significativos.

 Así pues, gracias al Neurofeedback tenemos una forma fácil de hacernos más inteligentes.

 ¿A qué sería inteligente aprovecharla?



jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Cómo me hago más listo? (1ª parte)

Fortaleciendo el cerebro

Es un mito que la inteligencia solo está en los genes.
Aunque hay diversas teorías al respecto, se puede hablar de dos tipos de inteligencia: la fluida, que sería la capacidad de resolver situaciones en las que la experiencia no nos ayuda, y la cristalizada, que es la que hemos adquirido mediante el aprendizaje. Los estudios muestran que la primera florece en la juventud y luego decae, pero que la cristalizada sigue creciendo durante toda nuestra etapa adulta.


Y es que durante toda nuestra vida somos capaces de crear nuevas conexiones neuronales. Y las conexiones representan aprendizaje y, por lo tanto, inteligencia cristalizada.

Así, se pude decir que continuamente nos hacemos más listos, ya que cada segundo estamos teniendo experiencias que refuerzan o crean conexiones neuronales.

Pero supongo que si estás leyendo este artículo es por que a ti te interesa otro tipo de inteligencia, la que denominamos "Inteligencia" a nivel coloquial. Ser más eficaz, tener mejores notas, responder mejor a las demandas que nos hace la sociedad.
Esta inteligencia coloquial es mucho más que la inteligencia científica e implica muchos procesos, pero es la que nos interesa en el día a día y de esa voy a hablar.

Si habéis leído otros artículos de este blog o simplemente habéis oído hablar del Neurofeedback, ya sabréis (y si no os lo estoy contando ahora sutilmente) que esta técnica crea plasticidad cerebral de forma dirigida, optimizando el funcionamiento del cerebro en diferentes ámbitos.
Uno de esos ámbitos es la inteligencia. Esa inteligencia difusa y coloquial y también la inteligencia que medimos con el CI, como han constatado diferentes estudios realizados por Neurofeedback.
El Neurofeedback está ayudando a mejorar las calificaciones de los estudiantes, el rendimiento de deportistas y la eficacia de los ejecutivos.
Eso es hacerse más listo.

Si quieres saber más lee el siguiente artículo.



domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Tengo alzhéimer?

La detección precoz de la enfermedad de Alzheimer

¿A quién no le ha ocurrido que a medida que vamos cosechando años siente que se le olvidan las cosas con más facilidad?
Sin embargo, eso no tiene por qué implicar una degeneración cerebral y puede ser derivado de problemas emocionales o del estrés.


El alzhéimer más habitual se manifiesta a partir de los 60 años, pero eso no quiere decir que no exista antes.
No quiero escribir un artículo demasiado técnico, pero debo empezar explicando las cuatro fases de una demencia, que son:
  1. Normalidad: puede que el problema ya exista pero no tenemos ningún indicio para poder indicarlo.
  2. Fase pre-clínica: existe deterioro pero no es detectable a niveles clínicos debido a la diversidad de la población.
  3. Deterioro cognitivo ligero: ya se puede detectar el deterioro cognitivo por medios clínicos, pero aun no existe pérdida significativa de funcionalidad.
  4. Demencia: hay pérdida manifiesta de funcionalidad y deterioro cognitivo severo.

En la gráfica la línea verde representa el deterioro cognitivo normal del envejecimiento y la línea roja el deterioro cognitivo en caso de demencias, que es del que estoy hablando.

Voy a intentar explicar más detalladamente las fases, porque es importante entender la diferencia entre ellas.
En la primera fase, la de normalidad, la enfermedad ya existe, pero está actuando a un nivel tan bajo que no se puede diferenciar del funcionamiento de una persona que no padezca la enfermedad.
En la segunda ya existen evidencias, pero no hay (debería decir, no había, ya que de esto va el artículo) pruebas neuropsicológicas para constatarlas. Pongo un ejemplo de esto, que es importante: supongamos que yo tengo un CI de 120 y por un problema neurológico cae a 110, si me mide el CI un neuropsicólogo dirá que es normal, ya que él no tiene registros anteriores y solo puede compararlo con la población general.
En la tercera fase el avance de la enfermedad ya permite constatarlo por pruebas neuropsicológicas y en la cuarta fase los que viven con el enfermo no necesitan prueba alguna para saber que la persona con la que conviven tiene una demencia, ya que es evidente por su pérdida de funcionalidad.

Aunque el alzhéimer no tiene cura, lo cierto es que cada vez existen más herramientas para retardar sus efectos, por lo que cuanto antes se diagnostica más tarde actúa.

Hasta hace muy poco los que nos dedicamos a la neuropsicología solo podíamos detectarlo en la fase de deterioro cognitivo, pero pocas personas acuden en esa fase y la enfermedad ya está muy avanzada, por lo que las actuaciones a realizar no son demasiadas.
Una posibilidad era (y es) hacerse un estudio neuropsicológico completo a los 40 años y repetirlo periódicamente para detectar si las pérdidas cognitivas son más rápidas de lo esperado por el deterioro normal de la edad. Esta es una de las mejores posibilidades para detectar muy precozmente una demencia.

La nueva opción que tenemos es todavía experimental, pero está dando unos resultados prometedores en los estudios realizados. Se trata de una sencilla prueba de cribado que se hace en menos de una hora y determina con una probabilidad alta la propensión a manifestar síntomas de demencia al cabo de los años.


jueves, 23 de noviembre de 2017

¿Cómo muevo cosas con la mente?

¿Cómo es una sesión de Neurofeedback?

Parece cosa de magia, pero no lo es: es tecnología.

Una preguntan que me hacen reiteradamente cuando doy conferencias sobre Neurofeedback es cómo funciona un entrenamiento.
A la mayoría de la gente le cuesta entender cómo pude hacer que su cerebro haga algo tan abstracto como cambiar su patrón de actividad.

Voy a intentar explicarlo con un ejemplo típico de inicio de sesión.
A continuación vais a ver una de las posibles pantallas que vería un cliente en el inicio de una sesión de Neurofeedback.



En la cabeza se pegan unos electrodos superficiales para electroencefalografía, que solo miden: no trasmiten corriente. Mediante un programa informático esa señal eléctrica se descompone en frecuencias y se separa, para el ejemplo que estamos viendo, en tres tipos: actividades que queremos potenciar en esa persona (a la que llamaremos actividad verde), actividad que queremos disminuir (a la que llamaremos actividad roja) y actividad derivada de tensión muscular (a la que llamaremos actividad morada).

Y como sois muy listos ya os habéis dado cuenta de que en la imagen hay una nave verde, otra roja y otra morada y habéis deducido que tiene algo que ver. Y tenéis razón.
Cada una de las actividades citadas mueve una de las naves y el objetivo de este entrenamiento es conseguir que la nave verde llegue a la estrella antes que las otras dos.
A la izquierda veis un marcador que indica la velocidad a la que vuela la nave y que es proporcional a la actividad de cada tipo.

La pregunta que me hacen todos los clientes (adultos) es cómo puedo hacer que la nave verde vaya más rápida que las otras dos. Según que frecuencias activan cada nave se les da a los clientes unas indicaciones de cómo facilitar la tarea, pero en el fondo es una labor involuntaria. Igual que no sabemos qué proceso cerebral concreto usamos para activar un músculo pero nos basta con pensar en hacerlo para que el músculo reaccione automáticamente, con el Neurofeedback ocurre lo mismo: el cerebro aprende con la experiencia qué hace que una nave se mueva más rápido y otra más despacio y al cabo de algunos entrenamientos la nave verde siempre supera a las otras dos.

El uso de la nave morada es muy importante para niños con TDAH, problemas de jaquecas tensionales, contracturas derivadas de la ansiedad, tic nerviosos, bruxismo o tensión tempo-mandibular, ya que ayuda a aprender a reducir esas tensiones musculares. E incluso si no se acude por ninguno de esos problemas, ayuda a aprender a reducir la tensión muscular para facilitar la relajación.






martes, 21 de noviembre de 2017

¿Puede dejar un niño de ser hiperactivo?

El Neurofeedback y el TDAH

Hoy sabemos que la mayoría de los niños hiperactivos lo son porque padecen un trastorno de la atención. Es como si el niño, al no poder mantener su foco de atención en una única cosa, tuviera que estar experimentando diferentes y variados estímulos, lo que produce su hiperactividad.


No todos los niños con déficit de atención son hiperactivos, algunos son simplemente inatentos y otros impulsivos, sin llegar a hiperactivos.
Y, estrictamente hablando, tampoco todos los hiperactivos tienen déficit de atención, ya que existen otros posibles desencadenantes para la hiperactividad, pero como el diagnóstico se realiza según la sintomatología, la clasificación, sea cual sea la causa de la hiperactividad, es de TDAH.

Mediante un qEEG (para saber más ver el artículo sobre medir el cerebro) podemos distinguir varios tipos distintos de patrones de actividad característicos para niños diagnosticados de TDAH. Resultados experimentales constatan que cada uno de esos tipos responde mejor a diferentes medicaciones, lo que confirmaría que la causa del TDAH no siempre es la misma y su tratamiento debería ser diferente en cada caso.

Este es uno de los puntos más fuertes del tratamiento del TDAH con Neurofeedback, que habiendo hecho previamente un qEEG, se puede aplicar el tratamiento más adecuado a cada niño.
Otra de las ventajas es no tener que medicar a un niño con estimulantes. Existe una gran polémica respecto de este punto y no voy a incidir más en ella.
La otra gran ventaja es que el tratamiento del TDAH por Neurofeedback tiene una duración determinada y una vez concluido los efectos del tratamiento son permanente, no como la medicación que cuando se retira vuelven los síntomas.

Diferentes experimentos han constatado que el Neurofeedback es eficaz y específico para el tratamiento del TDAH, es decir que se ha demostrado la más alta escala de evidencia científica para este tratamiento, hecho reconocido oficialmente por la Asociación Americana de Psiquiatría.


lunes, 20 de noviembre de 2017

¿Cómo se modifica el cerebro?

¿Qué es y para qué sirve el Neurofeedback?

El cerebro se modifica continuamente: mientras leéis este texto vuestras conexiones neuronales cambian. Las que controlan la lectura, el movimiento de vuestros ojos y la comprensión del texto, que habéis usado millones de veces, se están reforzando infinitesimalmente por usarlas una vez más. Las que almacena conceptos complejos, si lo que os estoy contando no os es conocido, se están modificando para añadir esta información.

Las conexiones neuronales y, por lo tanto, el cerebro cambian continuamente, pero en general cambian según un patrón preestablecido en la personalidad de cada persona.

Y un psicólogo lo que necesita es enseñar a su cliente como cambiar hacia una configuración distinta que elimine o reduzca los problemas que le han llevado hasta su consulta.
Para eso, normalmente se usan técnicas clínicas tradicionales, pero hoy en día disponemos de herramientas como el Neurofeedback que nos permiten afrontar más directamente ese cambio.


Si habéis leído mi artículo sobre cómo se mide el cerebro entenderéis mejor lo que os voy a explicar a continuación.
El Neurofeedback enseña al cliente a modificar algunos de sus patrones de actividad cerebral. Esos patrones, que deben haber sido previamente medidos, están asociados a respuestas emocionales o cognitivas inadecuadas o desadaptadas. Al modificarlas estaremos eliminando o reduciendo la sintomatología que conllevan.
Para que el cliente aprenda a modificar ese patrón disfuncional se utilizan técnicas de aprendizaje con refuerzo: se monitorizan sus ondas cerebrales y cuando mejoran se le da un premio, que pueden ser de mucho tipos, pero normalmente una puntuación o una indicación visual.

Y eso es todo. La base del Neurofeedback es relativamente simple. El problema es usarlo correctamente para que el cerebro se modifique en la dirección adecuada y para ello hay que medir y comprender qué significan las mediciones a nivel conductual y emocional.



sábado, 18 de noviembre de 2017

Conferencia espontánea

Hablando de psicología

Cuando antes me presentaba a alguien y decía que era ingeniero la gente mostraba un interés moderado, pero cuando empecé a presentarme como psicólogo la cosa cambió sustancialmente, todo el mundo tiene algo que preguntarme al respecto.
Y desde que me dedico a la neuropsicología la cosa va a más. Se empiezan a hacer corrillos a mi alrededor y acabo dando conferencias improvisadas sobre el tema.

Ayer me volvió a ocurrir, estaba en la exposición de un amigo, me presentaron
a varias personas y acabé rodeado de un pequeño grupo de gente escuchándome hablar de neuronas y conductas.
Pero antes de que siga contándoos esto, dejad que os recomiende la exposición de mi amigo: se llama Josu Euba y expone en la sala Spectrum de Zaragoza; la ha titulado "Tinta y papel" y podréis ver fotografías que nunca hubierais imaginado que lo fueran.

Cuando hablo de psicología soy bastante apasionado y seguramente eso promueve el interés de los que me escuchan. Además, yo siempre hablo de la psicología desde el punto de vista de la ciencia y del cerebro. Nuestra actividad neuronal rige nuestras emociones y éstas nuestra conducta (la razón tiene poco que ver la mayoría de las veces).
La forma en las que mido las emociones despierta mucho interés -de eso os hablaré en otra entrada-, pero en el fondo creo que la gente me escucha porque quiere entenderse mejor, algo que nunca conseguimos del todo, y entender nuestro cerebro es la base para empezar a hacerlo.


Conócete a ti mismo y así podrás presentarte a los demás

¿Quién soy yo?

No es una pregunta fácil de responder.
Cuando nos presentamos solemos contar a los demás lo qué somos profesionalmente hablando, como si solo nos definiera como persona lo que somos capaces de hacer al nivel laboral.
Si tras la presentación la conversación continúa, hablamos de nuestra familia.
Y si la relación se hace más personal hablamos de nuestras aficiones.

Pero en el fondo no somos nada de eso. Esas cosas definen lo que hacemos, no lo que somos. Aunque las hagamos por ser quién somos.
Parece un trabalenguas.

Según este razonamiento, puesto que nuestra personalidad es la base de nuestra conducta lo ideal sería presentarse diciendo algo así: "Hola, soy Manuel, extrovertido, arrojado, abierto y seguro de mí mismo".
Pero seguramente la gente me miraría raro y pasaría de mí.

Así pues os diré que soy psicólogo general sanitario (coloquialmente hablando: psicólogo clínico) e ingeniero industrial. Como ingeniero experto en robótica, como psicólogo especializado en neuropsicología y neurofeedback.
Y de las demás cosas ya os hablaré cuando nos hagamos más íntimos.