El amor es química
El amor se siente por la acción en nuestro cuerpo de diferentes hormonas (la
principal de las cuales es la oxitocina, por si sientes curiosidad). Y esas
hormonas se segregan por la activación cerebral específica que viene mediada
por unas sustancias llamadas neurotransmisores. Suena frío e incluso triste al
leerlo así, con lo maravilloso que es el amor (casi siempre).
La ansiedad es química
La ansiedad es una respuesta adaptativa que nos es imprescindible
para responder al estrés, lo cual era, a su vez, imprescindible para el hombre
primitivo que fue nuestro antecesor, pero que se convierte en una lacra para el
hombre moderno que no vive entre leones. Y esa respuesta de activación, que
necesitaban nuestros antepasados para luchar y huir, se produce por la acción
de varias hormonas (si sigues teniendo curiosidad, seguro que has oído hablar
de la adrenalina y quizás hayas oído nombrar el cortisol). Y sí, esas hormonas
también se generan por órdenes cerebrales que se transmiten a través de
neurotransmisores. De nuevo un concepto frío, pero como a la ansiedad no le
tenemos aprecio, al contrario que al amor, no nos importa tanto.
Y la depresión, por supuesto, también es química
En la depresión no intervienen hormonas. No hay reacciones
corporales producidas por sustancias que nos aceleran, nos exaltan o nos
excitan (no pienses mal, que estaba hablando de la ansiedad). La depresión se
produce en el cerebro y es la química cerebral lo que nos aletarga, entristece,
desanima y nos quita las ganas de vivir.
Hace mucho que sabemos que algunas personas con síntomas de
depresión tienen alteradas las respuestas de algunas vías de acción cerebrales
controladas por la serotonina (¿Te acuerdas de los neurotransmisores que he
nombrado antes? Pues la serotonina es uno de ellos).
Pero, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Cuando estamos
deprimidos provocamos en nuestro cerebro un déficit de serotonina o bien es el
déficit de serotonina el que nos hace estar deprimidos? Es más, si la causa de
la depresión fuera el déficit serotoninérgico (vaya palabreja, pero no me la he
inventado, de verdad que se dice así), ¿por qué a algunas personas con síntomas
de depresión se les corrige tomando fármacos que aumentan la serotonina libre
en el cerebro y a otros no? Incluso hay muchos que se sienten peor al tomar
antidepresivos.
Depresión Primaria y Depresión Reactiva
Hasta hace pocos años, cuando ante un médico, psiquiatra o
un psicólogo se presentaba una persona con síntomas depresivos, teníamos que
diagnosticarlo a partir de la observación externa, su propia historia y sus
respuestas conductuales y emocionales. Los clínicos con experiencia intentamos
descubrir si los síntomas están asociados a una depresión primaria o reactiva.
Eso es muy importante, porque normalmente sólo las depresiones primarias suelen
reaccionar bien a los antidepresivos. Las depresiones reactivas son respuestas
sintomáticas derivadas de otros problemas, normalmente psicológicos, que son el
verdadero origen del trastorno y que al tratarlos hacen desaparecer los síntomas
depresivos.
Saber si una depresión es primaria o reactiva requiere mucha
experiencia, una buena capacidad de análisis y un gran conocimiento de la mente
humana. Es como tratar de adivinar si un donut está relleno de chocolate o de
crema sin poder abrirlo para comprobarlo (y sin la ayuda del cartelito delante
de la bandeja que nos dice qué contiene).
Y tú me preguntarás (y si no lo haces ya lo pregunto yo por
ti): ¿Y con los avances científicos que existen no hay forma de hacer un
diagnóstico de forma más objetiva? (Seguramente no lo hubieras preguntado de
forma tan pomposa, pero captamos la idea, ¿no?)
Y yo te respondo: Sí, las hay. Pero las que existían hasta
ahora, principalmente la resonancia magnética funcional (ya el nombre da
miedo), son complejas y caras de aplicar.
Supongo que ya estarás sospechando que hay algo más, sino no
tendría mucho sentido este artículo.
qEEG o Mapeo Cerebral
Una de las técnicas que hace muchos años que se conocen de
análisis cerebral es el electroencefalograma, que consiste en medir el voltaje que
se genera en la parte exterior del cráneo y que es la resultante de la
actividad eléctrica que se generan en nuestro cerebro.
La electroencefalografía (a partir de ahora lo llamaré EEG,
para abreviar, que se me cansan los dedos de tanto escribir) existe desde
principios del siglo XX y se ha utilizado para diversos diagnósticos, sobre
todo relacionados con daños cerebrales.
En la segunda mitad del siglo XX se empezó a analizar el EEG mediante matemática más avanzada, dando lugar al qEEG (Electroencefalografía Cuantitativa) que coloquialmente se denomina: Mapa Cerebral.
A partir de esta técnica se pensó en crear bases de
datos de qEEGs de cerebros "sanos" para poder compararlas con los de
personas afectadas de diferentes trastornos y problemas, pero aunque se obtuvo
valiosa información, no fue determinante, ya que es difícil tener la certeza
que una persona está realmente "sana" en todos los aspectos, puesto
que existen muchos problemas cerebrales, tanto físicos como psicológicos, que
están latentes hasta que un disparador ambiental los activa. Por otra parte, la
diversidad cerebral se demostró difícil de estandarizar.
Pero (como tú, avezado lector, ya has sospechado) a finales
del siglo XX y lo que llevamos del XXI el continuado trabajo sobre los qEEG ha
permitido obtener informaciones diagnósticas cada vez más útiles y fáciles de
analizar.
Todo ello ha sido gracias al Neurofeedback, que ha permitido
que muchos clínicos experimentados tuvieran acceso a EGGs y pudieran establecer
correlaciones entre los síntomas, los diagnósticos y las ondas cerebrales.
Para quien no sepa lo que es el Neurofeedback, diré
brevemente que es una técnica basada en el EEG, que se aplica tanto en la
rehabilitación cognitiva en caso de daño cerebral, autismo, TDAH,
envejecimiento cognitivo o demencias, como en la mejora personal, tanto
profesional, como artística, intelectual o rendimiento escolar, y en el
tratamiento de trastornos psicológicos como la ansiedad, depresión, obsesiones,
fobias, etc.
Se basa en el condicionamiento operante (si no sabes lo que
es te lo explico en otra ocasión o lo puedes buscar en la Wiki, pero no te
asustes si ves dibujos de ratas, que la técnica ha evolucionado mucho) para
entrenar a la persona en la modificación de sus ondas cerebrales.
qEEG y Depresión
Algunos clínicos que llevan años trabajando con
Neurofeedback se dieron cuenta que las personas con síntomas depresivos
respondían a varios tipos de configuraciones del qEEG. Una de ellas, la más
evidente, se asociaba a varios desequilibrios hemisféricos (un hemisferio
funciona con unas frecuencias dominantes diferentes a las del otro hemisferio)
y (fíjate que cosas) se correspondía con las personas que mejor respondían al
tratamiento con antidepresivos y que los clínicos diagnosticamos como
depresiones primarias.
Y luego había bastantes personas que aunque tenían síntomas
depresivos no se manifestaban con el mismo tipo de desequilibrio hemisférico
sino con otras manifestaciones menos visibles del EEG (normalmente, aparición o
ausencia de algunas frecuencias concretas en diferentes zonas del cerebro) y
correspondían a las personas que solemos diagnosticar con depresiones
reactivas.
Así que ya sabes algunas cosas más sobre la depresión y la
neurología. Lo que no sabes, y yo tampoco, es por qué una técnica tan efectiva
como es el Neurofeedback, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento,
que lleva desde el año 1960 aplicándose en EEUU y desde finales del siglo
pasado en Hispanoamérica y Europa, apenas está implantada en nuestro país. Pero
es que: España es diferente.
Una reflexión final, ¿Has pensado qué le ocurre a una
persona con una depresión que le dura años y que a pesar de haber sido
medicada, y cambiada la medicación en varias ocasiones, no se recupera? ¿Crees
que es difícil que esa persona piense en el suicidio?
Es muy importante diagnosticar adecuadamente una depresión
como primaria o reactiva, existen clínicos con experiencia capacitados para
hacerlo y, además, hoy disponemos de herramientas neurológicas para ayudarnos
en la tarea.
Es hora de usarlas.