domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Tengo alzhéimer?

La detección precoz de la enfermedad de Alzheimer

¿A quién no le ha ocurrido que a medida que vamos cosechando años siente que se le olvidan las cosas con más facilidad?
Sin embargo, eso no tiene por qué implicar una degeneración cerebral y puede ser derivado de problemas emocionales o del estrés.


El alzhéimer más habitual se manifiesta a partir de los 60 años, pero eso no quiere decir que no exista antes.
No quiero escribir un artículo demasiado técnico, pero debo empezar explicando las cuatro fases de una demencia, que son:
  1. Normalidad: puede que el problema ya exista pero no tenemos ningún indicio para poder indicarlo.
  2. Fase pre-clínica: existe deterioro pero no es detectable a niveles clínicos debido a la diversidad de la población.
  3. Deterioro cognitivo ligero: ya se puede detectar el deterioro cognitivo por medios clínicos, pero aun no existe pérdida significativa de funcionalidad.
  4. Demencia: hay pérdida manifiesta de funcionalidad y deterioro cognitivo severo.

En la gráfica la línea verde representa el deterioro cognitivo normal del envejecimiento y la línea roja el deterioro cognitivo en caso de demencias, que es del que estoy hablando.

Voy a intentar explicar más detalladamente las fases, porque es importante entender la diferencia entre ellas.
En la primera fase, la de normalidad, la enfermedad ya existe, pero está actuando a un nivel tan bajo que no se puede diferenciar del funcionamiento de una persona que no padezca la enfermedad.
En la segunda ya existen evidencias, pero no hay (debería decir, no había, ya que de esto va el artículo) pruebas neuropsicológicas para constatarlas. Pongo un ejemplo de esto, que es importante: supongamos que yo tengo un CI de 120 y por un problema neurológico cae a 110, si me mide el CI un neuropsicólogo dirá que es normal, ya que él no tiene registros anteriores y solo puede compararlo con la población general.
En la tercera fase el avance de la enfermedad ya permite constatarlo por pruebas neuropsicológicas y en la cuarta fase los que viven con el enfermo no necesitan prueba alguna para saber que la persona con la que conviven tiene una demencia, ya que es evidente por su pérdida de funcionalidad.

Aunque el alzhéimer no tiene cura, lo cierto es que cada vez existen más herramientas para retardar sus efectos, por lo que cuanto antes se diagnostica más tarde actúa.

Hasta hace muy poco los que nos dedicamos a la neuropsicología solo podíamos detectarlo en la fase de deterioro cognitivo, pero pocas personas acuden en esa fase y la enfermedad ya está muy avanzada, por lo que las actuaciones a realizar no son demasiadas.
Una posibilidad era (y es) hacerse un estudio neuropsicológico completo a los 40 años y repetirlo periódicamente para detectar si las pérdidas cognitivas son más rápidas de lo esperado por el deterioro normal de la edad. Esta es una de las mejores posibilidades para detectar muy precozmente una demencia.

La nueva opción que tenemos es todavía experimental, pero está dando unos resultados prometedores en los estudios realizados. Se trata de una sencilla prueba de cribado que se hace en menos de una hora y determina con una probabilidad alta la propensión a manifestar síntomas de demencia al cabo de los años.


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