jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Cómo me hago más listo? (1ª parte)

Fortaleciendo el cerebro

Es un mito que la inteligencia solo está en los genes.
Aunque hay diversas teorías al respecto, se puede hablar de dos tipos de inteligencia: la fluida, que sería la capacidad de resolver situaciones en las que la experiencia no nos ayuda, y la cristalizada, que es la que hemos adquirido mediante el aprendizaje. Los estudios muestran que la primera florece en la juventud y luego decae, pero que la cristalizada sigue creciendo durante toda nuestra etapa adulta.


Y es que durante toda nuestra vida somos capaces de crear nuevas conexiones neuronales. Y las conexiones representan aprendizaje y, por lo tanto, inteligencia cristalizada.

Así, se pude decir que continuamente nos hacemos más listos, ya que cada segundo estamos teniendo experiencias que refuerzan o crean conexiones neuronales.

Pero supongo que si estás leyendo este artículo es por que a ti te interesa otro tipo de inteligencia, la que denominamos "Inteligencia" a nivel coloquial. Ser más eficaz, tener mejores notas, responder mejor a las demandas que nos hace la sociedad.
Esta inteligencia coloquial es mucho más que la inteligencia científica e implica muchos procesos, pero es la que nos interesa en el día a día y de esa voy a hablar.

Si habéis leído otros artículos de este blog o simplemente habéis oído hablar del Neurofeedback, ya sabréis (y si no os lo estoy contando ahora sutilmente) que esta técnica crea plasticidad cerebral de forma dirigida, optimizando el funcionamiento del cerebro en diferentes ámbitos.
Uno de esos ámbitos es la inteligencia. Esa inteligencia difusa y coloquial y también la inteligencia que medimos con el CI, como han constatado diferentes estudios realizados por Neurofeedback.
El Neurofeedback está ayudando a mejorar las calificaciones de los estudiantes, el rendimiento de deportistas y la eficacia de los ejecutivos.
Eso es hacerse más listo.

Si quieres saber más lee el siguiente artículo.



domingo, 26 de noviembre de 2017

¿Tengo alzhéimer?

La detección precoz de la enfermedad de Alzheimer

¿A quién no le ha ocurrido que a medida que vamos cosechando años siente que se le olvidan las cosas con más facilidad?
Sin embargo, eso no tiene por qué implicar una degeneración cerebral y puede ser derivado de problemas emocionales o del estrés.


El alzhéimer más habitual se manifiesta a partir de los 60 años, pero eso no quiere decir que no exista antes.
No quiero escribir un artículo demasiado técnico, pero debo empezar explicando las cuatro fases de una demencia, que son:
  1. Normalidad: puede que el problema ya exista pero no tenemos ningún indicio para poder indicarlo.
  2. Fase pre-clínica: existe deterioro pero no es detectable a niveles clínicos debido a la diversidad de la población.
  3. Deterioro cognitivo ligero: ya se puede detectar el deterioro cognitivo por medios clínicos, pero aun no existe pérdida significativa de funcionalidad.
  4. Demencia: hay pérdida manifiesta de funcionalidad y deterioro cognitivo severo.

En la gráfica la línea verde representa el deterioro cognitivo normal del envejecimiento y la línea roja el deterioro cognitivo en caso de demencias, que es del que estoy hablando.

Voy a intentar explicar más detalladamente las fases, porque es importante entender la diferencia entre ellas.
En la primera fase, la de normalidad, la enfermedad ya existe, pero está actuando a un nivel tan bajo que no se puede diferenciar del funcionamiento de una persona que no padezca la enfermedad.
En la segunda ya existen evidencias, pero no hay (debería decir, no había, ya que de esto va el artículo) pruebas neuropsicológicas para constatarlas. Pongo un ejemplo de esto, que es importante: supongamos que yo tengo un CI de 120 y por un problema neurológico cae a 110, si me mide el CI un neuropsicólogo dirá que es normal, ya que él no tiene registros anteriores y solo puede compararlo con la población general.
En la tercera fase el avance de la enfermedad ya permite constatarlo por pruebas neuropsicológicas y en la cuarta fase los que viven con el enfermo no necesitan prueba alguna para saber que la persona con la que conviven tiene una demencia, ya que es evidente por su pérdida de funcionalidad.

Aunque el alzhéimer no tiene cura, lo cierto es que cada vez existen más herramientas para retardar sus efectos, por lo que cuanto antes se diagnostica más tarde actúa.

Hasta hace muy poco los que nos dedicamos a la neuropsicología solo podíamos detectarlo en la fase de deterioro cognitivo, pero pocas personas acuden en esa fase y la enfermedad ya está muy avanzada, por lo que las actuaciones a realizar no son demasiadas.
Una posibilidad era (y es) hacerse un estudio neuropsicológico completo a los 40 años y repetirlo periódicamente para detectar si las pérdidas cognitivas son más rápidas de lo esperado por el deterioro normal de la edad. Esta es una de las mejores posibilidades para detectar muy precozmente una demencia.

La nueva opción que tenemos es todavía experimental, pero está dando unos resultados prometedores en los estudios realizados. Se trata de una sencilla prueba de cribado que se hace en menos de una hora y determina con una probabilidad alta la propensión a manifestar síntomas de demencia al cabo de los años.


jueves, 23 de noviembre de 2017

¿Cómo muevo cosas con la mente?

¿Cómo es una sesión de Neurofeedback?

Parece cosa de magia, pero no lo es: es tecnología.

Una preguntan que me hacen reiteradamente cuando doy conferencias sobre Neurofeedback es cómo funciona un entrenamiento.
A la mayoría de la gente le cuesta entender cómo pude hacer que su cerebro haga algo tan abstracto como cambiar su patrón de actividad.

Voy a intentar explicarlo con un ejemplo típico de inicio de sesión.
A continuación vais a ver una de las posibles pantallas que vería un cliente en el inicio de una sesión de Neurofeedback.



En la cabeza se pegan unos electrodos superficiales para electroencefalografía, que solo miden: no trasmiten corriente. Mediante un programa informático esa señal eléctrica se descompone en frecuencias y se separa, para el ejemplo que estamos viendo, en tres tipos: actividades que queremos potenciar en esa persona (a la que llamaremos actividad verde), actividad que queremos disminuir (a la que llamaremos actividad roja) y actividad derivada de tensión muscular (a la que llamaremos actividad morada).

Y como sois muy listos ya os habéis dado cuenta de que en la imagen hay una nave verde, otra roja y otra morada y habéis deducido que tiene algo que ver. Y tenéis razón.
Cada una de las actividades citadas mueve una de las naves y el objetivo de este entrenamiento es conseguir que la nave verde llegue a la estrella antes que las otras dos.
A la izquierda veis un marcador que indica la velocidad a la que vuela la nave y que es proporcional a la actividad de cada tipo.

La pregunta que me hacen todos los clientes (adultos) es cómo puedo hacer que la nave verde vaya más rápida que las otras dos. Según que frecuencias activan cada nave se les da a los clientes unas indicaciones de cómo facilitar la tarea, pero en el fondo es una labor involuntaria. Igual que no sabemos qué proceso cerebral concreto usamos para activar un músculo pero nos basta con pensar en hacerlo para que el músculo reaccione automáticamente, con el Neurofeedback ocurre lo mismo: el cerebro aprende con la experiencia qué hace que una nave se mueva más rápido y otra más despacio y al cabo de algunos entrenamientos la nave verde siempre supera a las otras dos.

El uso de la nave morada es muy importante para niños con TDAH, problemas de jaquecas tensionales, contracturas derivadas de la ansiedad, tic nerviosos, bruxismo o tensión tempo-mandibular, ya que ayuda a aprender a reducir esas tensiones musculares. E incluso si no se acude por ninguno de esos problemas, ayuda a aprender a reducir la tensión muscular para facilitar la relajación.






martes, 21 de noviembre de 2017

¿Puede dejar un niño de ser hiperactivo?

El Neurofeedback y el TDAH

Hoy sabemos que la mayoría de los niños hiperactivos lo son porque padecen un trastorno de la atención. Es como si el niño, al no poder mantener su foco de atención en una única cosa, tuviera que estar experimentando diferentes y variados estímulos, lo que produce su hiperactividad.


No todos los niños con déficit de atención son hiperactivos, algunos son simplemente inatentos y otros impulsivos, sin llegar a hiperactivos.
Y, estrictamente hablando, tampoco todos los hiperactivos tienen déficit de atención, ya que existen otros posibles desencadenantes para la hiperactividad, pero como el diagnóstico se realiza según la sintomatología, la clasificación, sea cual sea la causa de la hiperactividad, es de TDAH.

Mediante un qEEG (para saber más ver el artículo sobre medir el cerebro) podemos distinguir varios tipos distintos de patrones de actividad característicos para niños diagnosticados de TDAH. Resultados experimentales constatan que cada uno de esos tipos responde mejor a diferentes medicaciones, lo que confirmaría que la causa del TDAH no siempre es la misma y su tratamiento debería ser diferente en cada caso.

Este es uno de los puntos más fuertes del tratamiento del TDAH con Neurofeedback, que habiendo hecho previamente un qEEG, se puede aplicar el tratamiento más adecuado a cada niño.
Otra de las ventajas es no tener que medicar a un niño con estimulantes. Existe una gran polémica respecto de este punto y no voy a incidir más en ella.
La otra gran ventaja es que el tratamiento del TDAH por Neurofeedback tiene una duración determinada y una vez concluido los efectos del tratamiento son permanente, no como la medicación que cuando se retira vuelven los síntomas.

Diferentes experimentos han constatado que el Neurofeedback es eficaz y específico para el tratamiento del TDAH, es decir que se ha demostrado la más alta escala de evidencia científica para este tratamiento, hecho reconocido oficialmente por la Asociación Americana de Psiquiatría.


lunes, 20 de noviembre de 2017

¿Cómo se modifica el cerebro?

¿Qué es y para qué sirve el Neurofeedback?

El cerebro se modifica continuamente: mientras leéis este texto vuestras conexiones neuronales cambian. Las que controlan la lectura, el movimiento de vuestros ojos y la comprensión del texto, que habéis usado millones de veces, se están reforzando infinitesimalmente por usarlas una vez más. Las que almacena conceptos complejos, si lo que os estoy contando no os es conocido, se están modificando para añadir esta información.

Las conexiones neuronales y, por lo tanto, el cerebro cambian continuamente, pero en general cambian según un patrón preestablecido en la personalidad de cada persona.

Y un psicólogo lo que necesita es enseñar a su cliente como cambiar hacia una configuración distinta que elimine o reduzca los problemas que le han llevado hasta su consulta.
Para eso, normalmente se usan técnicas clínicas tradicionales, pero hoy en día disponemos de herramientas como el Neurofeedback que nos permiten afrontar más directamente ese cambio.


Si habéis leído mi artículo sobre cómo se mide el cerebro entenderéis mejor lo que os voy a explicar a continuación.
El Neurofeedback enseña al cliente a modificar algunos de sus patrones de actividad cerebral. Esos patrones, que deben haber sido previamente medidos, están asociados a respuestas emocionales o cognitivas inadecuadas o desadaptadas. Al modificarlas estaremos eliminando o reduciendo la sintomatología que conllevan.
Para que el cliente aprenda a modificar ese patrón disfuncional se utilizan técnicas de aprendizaje con refuerzo: se monitorizan sus ondas cerebrales y cuando mejoran se le da un premio, que pueden ser de mucho tipos, pero normalmente una puntuación o una indicación visual.

Y eso es todo. La base del Neurofeedback es relativamente simple. El problema es usarlo correctamente para que el cerebro se modifique en la dirección adecuada y para ello hay que medir y comprender qué significan las mediciones a nivel conductual y emocional.



sábado, 18 de noviembre de 2017

Conferencia espontánea

Hablando de psicología

Cuando antes me presentaba a alguien y decía que era ingeniero la gente mostraba un interés moderado, pero cuando empecé a presentarme como psicólogo la cosa cambió sustancialmente, todo el mundo tiene algo que preguntarme al respecto.
Y desde que me dedico a la neuropsicología la cosa va a más. Se empiezan a hacer corrillos a mi alrededor y acabo dando conferencias improvisadas sobre el tema.

Ayer me volvió a ocurrir, estaba en la exposición de un amigo, me presentaron
a varias personas y acabé rodeado de un pequeño grupo de gente escuchándome hablar de neuronas y conductas.
Pero antes de que siga contándoos esto, dejad que os recomiende la exposición de mi amigo: se llama Josu Euba y expone en la sala Spectrum de Zaragoza; la ha titulado "Tinta y papel" y podréis ver fotografías que nunca hubierais imaginado que lo fueran.

Cuando hablo de psicología soy bastante apasionado y seguramente eso promueve el interés de los que me escuchan. Además, yo siempre hablo de la psicología desde el punto de vista de la ciencia y del cerebro. Nuestra actividad neuronal rige nuestras emociones y éstas nuestra conducta (la razón tiene poco que ver la mayoría de las veces).
La forma en las que mido las emociones despierta mucho interés -de eso os hablaré en otra entrada-, pero en el fondo creo que la gente me escucha porque quiere entenderse mejor, algo que nunca conseguimos del todo, y entender nuestro cerebro es la base para empezar a hacerlo.


Conócete a ti mismo y así podrás presentarte a los demás

¿Quién soy yo?

No es una pregunta fácil de responder.
Cuando nos presentamos solemos contar a los demás lo qué somos profesionalmente hablando, como si solo nos definiera como persona lo que somos capaces de hacer al nivel laboral.
Si tras la presentación la conversación continúa, hablamos de nuestra familia.
Y si la relación se hace más personal hablamos de nuestras aficiones.

Pero en el fondo no somos nada de eso. Esas cosas definen lo que hacemos, no lo que somos. Aunque las hagamos por ser quién somos.
Parece un trabalenguas.

Según este razonamiento, puesto que nuestra personalidad es la base de nuestra conducta lo ideal sería presentarse diciendo algo así: "Hola, soy Manuel, extrovertido, arrojado, abierto y seguro de mí mismo".
Pero seguramente la gente me miraría raro y pasaría de mí.

Así pues os diré que soy psicólogo general sanitario (coloquialmente hablando: psicólogo clínico) e ingeniero industrial. Como ingeniero experto en robótica, como psicólogo especializado en neuropsicología y neurofeedback.
Y de las demás cosas ya os hablaré cuando nos hagamos más íntimos.