martes, 5 de febrero de 2019

Midiendo el cerebro

¿Qué es un mapa mental?

Estos últimos meses he escrito varios artículos sobre la técnica del qEEG (electroencefalograma cuantitativo) y algunos de sus usos, pero aún queda mucho que decir sobre el tema. Esta herramienta diagnóstica, casi desconocida en España, está resultando cada vez más útil en el campo de la psicología clínica y creo que merece algo más de reconocimiento.

Un mapa mental no es más que un electroencefalograma analizado mediante unas funciones matemáticas (transformadas de Fourier, por si tenéis interés) que nos permiten saber el tanto por ciento de cada frecuencia de las ondas cerebrales.
Supongo que para la mayoría de los que estáis leyendo este texto el párrafo anterior habrá sido completamente ininteligible (o casi), así que explico que significa eso a nivel práctico.
Un electroencefalograma mide flujos de iones que se producen cuando una neurona se comunica con otra. La velocidad con la que cambian dichos flujos está directamente relacionada con la velocidad de la comunicación. Por lo tanto, lo que obtenemos con el mapa mental es el tanto por ciento de neuronas que en una zona concreta se comunican a una velocidad específica.
Simplificando podemos decir que obtenemos el porcentaje de neuronas que están comunicando demasiado despacio (flujo delta), despacio (canal theta), en velocidad media (canal alfa), rápido (flujo beta) y demasiado rápido (flujo beta-alta).


¿Y para qué sirve esto?

Os lo explico de forma práctica. Suponed que en un centro que se realizan mapas mentales de este tipo a las personas que se van a medir se les realizan  unas pruebas previas para determinar si padecen algún tipo de problema emocional, cognitivo u otra sintomatología que tenga que ver con la actividad cerebral. Ahora pongamos que queremos buscar una característica concreta, por ejemplo la depresión. Clasificamos todos los mapas que hemos realizado según si las personas que hemos medido presentan o no síntomas depresivos y buscamos las diferencias entre los dos tipos de mapas. Si encontramos uno o varios valores específicos que aparecen siempre en las personas depresivas y no aparecen en las personas que no padecen depresión a partir de ese momento podremos saber si una persona tiene una depresión o no haciéndole un mapa mental, sin tener que realizarle ninguna prueba adicional.
Si hacemos lo mismo con una amplia variedad de de problemas podemos detectar por el mapa mental muchos trastornos de forma más efectiva que basándonos en evaluaciones subjetivas.
Además, esta forma de analizar los mapas mentales permite clasificar algunos problemas en diferentes subcategorías. Por ejemplo los diferentes tipos de ansiedad como explicaba en un artículo anterior, diferentes tipos de depresión, de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), etc.

Pero un mapa mental no solo sirve para detectar problemas, sino que también nos indica la potencialidad de mejora. El margen para aumentar características que nos hagan más efectivos: inteligencia, precisión, anticipación, resistencia al dolor, etc.

Otro punto fuerte de los mapas mentales es confirmar un diagnóstico, por ejemplo es frecuente que en personas con síntomas aparentemente depresivos en realidad su problema sea de tipo ansioso. También puede ocurrir que un problema que se manifiesta con síntomas emocionales pueda tener una causa de tipo más neurológico.

Por todo lo dicho, los mapas mentales resultan especialmente útiles para planificar un tratamiento, ya que nos permiten enfocarlo hacia la causa real y no a la aparente.



¿Hasta que punto son fiables los mapas mentales?

Hay que entender que la forma en que se analizan los datos es estadística y en todas las pruebas en las que se establecen puntos de corte de esta forma cabe la posibilidad de que existan falsos positivos y falsos negativos. No obstante, cuando el valor que se obtiene está lejos del punto de corte, el diagnóstico por esta técnica es muy fiable.

Así que si quieres saber más sobre ti mismo busca en tu zona quién realice qEEGs.