miércoles, 18 de mayo de 2022

Midiendo el cerebro

 

El cerebro es lo que somos

No sé si os pasará a vosotros, según a lo que os dediquéis, que tenéis que contar una cosa cientos de veces a lo largo de vuestra vida. Quizás si sois comerciales o, simplemente, trabajáis cara al público, sabréis de qué hablo.
Yo odio repetir las cosas como un loro, así que cada vez que cuento algo procuro hacerlo de forma distinta, pero si lo repites cien veces es muy difícil mantener la frescura o la improvisación y no ser un poco mecánico.
Así que voy a intentar explicar, una vez más, lo que yo hago, sin repetirme demasiado, lo cuál es misión imposible, pero el mundo es de los audaces.

Yo mido el cerebro.
Y diréis, en tono de chanza, ¿con un metro?
Pues no, os contesto con mi cara más seria, con un voltímetro, pero es que es un voltímetro muy especial.
A lo que yo hago se le denomina qEEG: electroencefalograma cuantitativo, y consiste en medir la actividad eléctrica del cerebro y analizar las ondas resultantes de dichas mediciones.

¿Y para qué sirve esa medición?
Pues, simplificando mucho, esa medida nos informa del porcentaje de neuronas que hay en la corteza cerebral disparando a una velocidad concreta. Dicho de una forma mucho más simplificada aún, a qué velocidades funciona cada parte de nuestra corteza cerebral.



Hoy en día cada vez se habla más de Neurofeedback, que es una técnica de tratamiento de la que he hablado en bastantes de mis artículos (podéis visitar mi Web pulsando en el enlace del logotipo inferior), que muchos confunden con el qEEG -incluso yo me expreso así a veces para simplificar explicaciones-. Y si bien es cierto que antes de empezar un tratamiento con Neurofeedback hay que hacer un qEEG para determinar las dianas del tratamiento, no tiene nada que ver.
Consejo importante: si estáis pensando en realizar un tratamiento con Neurofeedback y en el centro al que acudís no os hacen antes un qEEG: "exigdlo".

Si habéis llegado hasta aquí -gracias por vuestra paciencia- os explico para qué sirve un qEEG a nivel práctico.

Con los años se han realizado múltiples qEEG y analizado las correlaciones que existen entre las medidas obtenidas y los estados emocionales y cognitivos. Por ello, analizando un qEEG podemos inferir la sintomatología esperable y determinar qué actividades cerebrales anómalas están asociadas a dichos síntomas.
Pondré un ejemplo, que espero lo explique mejor: cuando las personas acuden a mi consulta con un problema de ansiedad y le hago una medición, me encuentro, habitualmente, con cuatro patrones de actividad distintos y, sin embargo, la sintomatología es muy similar en todos los casos. Pero la forma de tratar a cada uno de estos subtipos -tanto con terapia tradicional, como con farmacología o con Neurofeedback-, es muy distinta. O debería decir que tendría que ser muy distinta si queremos curar a esa persona de la ansiedad.

Hay muchos patrones de actividad que están muy identificados y que detectamos con el qEEG, como los problemas de atención y memoria (y el margen que tiene una persona de mejorar en ese campo), los desequilibrios emocionales, la ansiedad, el umbral de dolor o los pensamientos rumiantes, por citar algunos.

Así pues, se puede medir nuestro cerebro y es muy útil hacerlo, tanto para conocer nuestros posibles problemas como las posibles mejoras.


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